En los tiempos que corren, en los que la demanda en el mercado todoterreno gira en torno a vehículos de dimensiones más contenidas y un comportamiento orientado principalmente a la conducción por carreteras y autopistas, los fabricantes han desvelado “recientemente” el segmento SUV, un tipo de vehículo que ofrece un nivel de lujo superior al de los todoterreno convencionales, que a pesar de sus menores cualidades para la conducción extrema mantiene unas amplias dimensiones y las capacidades necesarias para conducción Off-Road, incorporando sistemas de tracción total de selección automática, renunciando a los clásicos sistemas manuales e incluso a las cajas de transferencia con relaciones cortas. En este grupo SUV se encuadra el Freelander desde su primera versión, un 4x4 con toda la tradición Land Rover pero con un tamaño compacto, motores potentes para moverse bien por carretera y una carrocería diseñada para ofrecer un comportamiento óptimo en campo y en asfalto, así como gran espacio interior para transportar hasta cinco pasajeros con todo su equipaje y a todo lujo.
La segunda generación del Freelander se presenta al mercado con una imagen mucho más deportiva y lujosa que la de su predecesor, marcando la pauta en el segmento de los más modernos 4x4 compactos, aunque conservando el estilo duro y robusto típico de los clásicos Land Rover. El Freelander II combina a la perfección la estética más moderna y dinámica con un comportamiento muy equilibrado en carretera y fuera de ella, como los Land Rover de toda la vida. La competencia está muy actualizada y presenta una tecnología absolutamente puntera, sobre todo en el escalón más Premium del segmento SUV, donde se podría comparar por precio, despliegue tecnológico y de lujo con los adorados BMW X3, Volkswagen Touareg, Jeep Commander o Grand Cherokee, Toyota Land Cruiser o Mitsubishi Montero, estos dos últimos con una orientación mucho más campestre. Por concepto de vehículo se podría equiparar con los asfálticos Honda CR-V, Nissan X-Trail, Hyundai Santa Fe, Mitsubishi Outlander, Opel Antara o Chevrolet Captiva, desmarcándose de todos ellos modelos por una oferta de lujo algo mayor y unas capacidades Off-Road también más puras. El precio base de nuestra unidad del Freelander II 2.2 Td4 con acabado HSE es de 41.550 euros, que contando las opciones de los techos panorámicos delantero praticable y trasero fijo, el sistema de navegación con pantalla táctil y el sistema de teléfono Bluetooth se pone en los 46.470 euros, un precio al nivel de los SUV más lujosos del segmento.
La segunda generación del Freelander se presenta al mercado con una imagen mucho más deportiva y lujosa que la de su predecesor, marcando la pauta en el segmento de los más modernos 4x4 compactos, aunque conservando el estilo duro y robusto típico de los clásicos Land Rover. El Freelander II combina a la perfección la estética más moderna y dinámica con un comportamiento muy equilibrado en carretera y fuera de ella, como los Land Rover de toda la vida. La competencia está muy actualizada y presenta una tecnología absolutamente puntera, sobre todo en el escalón más Premium del segmento SUV, donde se podría comparar por precio, despliegue tecnológico y de lujo con los adorados BMW X3, Volkswagen Touareg, Jeep Commander o Grand Cherokee, Toyota Land Cruiser o Mitsubishi Montero, estos dos últimos con una orientación mucho más campestre. Por concepto de vehículo se podría equiparar con los asfálticos Honda CR-V, Nissan X-Trail, Hyundai Santa Fe, Mitsubishi Outlander, Opel Antara o Chevrolet Captiva, desmarcándose de todos ellos modelos por una oferta de lujo algo mayor y unas capacidades Off-Road también más puras. El precio base de nuestra unidad del Freelander II 2.2 Td4 con acabado HSE es de 41.550 euros, que contando las opciones de los techos panorámicos delantero praticable y trasero fijo, el sistema de navegación con pantalla táctil y el sistema de teléfono Bluetooth se pone en los 46.470 euros, un precio al nivel de los SUV más lujosos del segmento.
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