El Legacy ha venido siendo la berlina medio/alta de Subaru, del mismo modo que el Impreza lo es en el segmento de los compactos medios. Ubicación que se ha mantenido a lo largo de las sucesivas remodelaciones, incluida esta última, en la que la renovación que ha llevado a cabo la marca nipona de Fuji Heavy Industries ha mantenido al Legacy dentro de sus parámetros tradicionales, esto es con unas amplias dimensiones basadas en una carrocería media/grande (4,7 m de largo) y su habitual mecánica "boxer" de 4 ó 6 cilindros horizontales opuestos, en cubicajes que van desde los dos hasta los tres litros, y sobre dos carrocerías (Sedán y familiar) de estilizado diseño que realzan su empaque y presencia. Y por supuesto, con la tracción a las 4 ruedas que forma parte de las señas de identidad tecnológica de la marca japonesa.
Subaru ha apostado fuerte por el Legacy como modelo estrella de su gama media alta. El nuevo modelo hereda la plataforma y bastidor del anterior (2,67 m de batalla) pero con una línea radicalmente nueva, muy elegante, con un frontal de faros trapezoidales únicos que engloban 4 ópticas bajo su cubierta transparente, resaltando el foco central "ojo de halcón" que "muerde" suavemente en el paragolpes. La toma de aire del capó motor es rectangular, con una barra cromada con el escudo de la marca en el centro, a la que se añade la toma principal tallada en el paragolpes. Con 4,67 m de largo (4,72 el Legacy Station Wagon), ofrece una excelente habitabilidad gracias a un gran aprovechamiento de espacio interior, superior incluso a lo que se esperaría de sus generosas dimensiones, y ello con unas formas muy aerodinámicas, como lo demuestra su Cx de sólo 0,28 en el Legacy Sedán y 0,30 en el SW.
Por detrás, la luneta trasera cae ahora con más suavidad, con una pequeña tercera luna lateral de custodia; los grupos ópticos trapezoidales ya no se unen por encima con una banda en plástico rojo y el nombre de la marca en el medio, sino que encuadran la tapa del maletero o portón (en el SW) de manera discreta, manteniendo rectos los perfiles internos en el familiar SW que además inserta en el portón las luces blancas de marcha atrás a modo de dos pequeñas bandas simétricas. Ante todo destaca su armoniosa proporcionalidad de masas y voladizos, lo que le otorga una singular elegancia, acentuada por su carácter esencial de turismo, sin las veleidades "SUV" de los Outback y Forester.
El Station Wagon presenta un despejado volumen de carga en su zona posterior, con un portón trasero muy luminoso, que comparte con el Outback. Su maletero pasa de los 433 litros del Sedán a 459 en el SW, cifras muy respetables, que además pueden aumentarse a base de plegar los asientos traseros, gracias al diseño de unas suspensiones específicas que roban muy poco espacio y a un plano de carga sorprendentemente bajo para un coche que monta también un eje motriz trasero. Por si fuera poco, al levantar el piso encontramos una bandeja portaobjetos oculta, con 11 litros de capacidad (que se añade a la infinidad de huecos útiles del coche) bajo la que se aloja la rueda de repuesto, de tipo emergencia.
Respecto a motores, los nuevos Legacy recurren al acreditado "boxer" multiválvula de cilindros opuestos, en tres versiones, un 4 cilindros con dos cubicajes (2.0 de 140 CV, 15 más que antes, y 2.5 de 165 CV -antes 156-) y un 6 cilindros 3.0 (245 CV, el Legacy más potente hasta la fecha), todos disponibles en carrocería Sedán o SW. Además, la tracción total -con reductora, como en los todo terreno, en el caso del SW- es muy eficaz, recurriendo al experimentado sistema de reparto al 50 por 100 entre ambos ejes, con diferencial viscoso central que modifica este reparto cuando alguno de ellos pierde adherencia, un sistema ideal y desde luego, el más eficaz en tracción total. Las prestaciones son muy notables, con una velocidad máxima de 200 km/h en el 2.0 que sube a 214 km/h en el 2.5 y 237 nada menos en el 3.0R, este con cambio automático de serie de 5 relaciones, que no obsta para que su aceleración sume sólo 8,2 segundos de 0 a 100 km/h. La alimentación corre a cargo de una inyección electrónica multipunto secuencial, que junto a una elevada relación de compresión (10:1 y 10,7 en el 3.0R) son garantía de un brillante rendimiento térmico, y con él, de un contenido consumo (promedios combinados de sólo 7,6, 8,2 y 9,6 litros cada 100 km respectivamente para cada motor).
Subaru ha apostado fuerte por el Legacy como modelo estrella de su gama media alta. El nuevo modelo hereda la plataforma y bastidor del anterior (2,67 m de batalla) pero con una línea radicalmente nueva, muy elegante, con un frontal de faros trapezoidales únicos que engloban 4 ópticas bajo su cubierta transparente, resaltando el foco central "ojo de halcón" que "muerde" suavemente en el paragolpes. La toma de aire del capó motor es rectangular, con una barra cromada con el escudo de la marca en el centro, a la que se añade la toma principal tallada en el paragolpes. Con 4,67 m de largo (4,72 el Legacy Station Wagon), ofrece una excelente habitabilidad gracias a un gran aprovechamiento de espacio interior, superior incluso a lo que se esperaría de sus generosas dimensiones, y ello con unas formas muy aerodinámicas, como lo demuestra su Cx de sólo 0,28 en el Legacy Sedán y 0,30 en el SW.
Por detrás, la luneta trasera cae ahora con más suavidad, con una pequeña tercera luna lateral de custodia; los grupos ópticos trapezoidales ya no se unen por encima con una banda en plástico rojo y el nombre de la marca en el medio, sino que encuadran la tapa del maletero o portón (en el SW) de manera discreta, manteniendo rectos los perfiles internos en el familiar SW que además inserta en el portón las luces blancas de marcha atrás a modo de dos pequeñas bandas simétricas. Ante todo destaca su armoniosa proporcionalidad de masas y voladizos, lo que le otorga una singular elegancia, acentuada por su carácter esencial de turismo, sin las veleidades "SUV" de los Outback y Forester.
El Station Wagon presenta un despejado volumen de carga en su zona posterior, con un portón trasero muy luminoso, que comparte con el Outback. Su maletero pasa de los 433 litros del Sedán a 459 en el SW, cifras muy respetables, que además pueden aumentarse a base de plegar los asientos traseros, gracias al diseño de unas suspensiones específicas que roban muy poco espacio y a un plano de carga sorprendentemente bajo para un coche que monta también un eje motriz trasero. Por si fuera poco, al levantar el piso encontramos una bandeja portaobjetos oculta, con 11 litros de capacidad (que se añade a la infinidad de huecos útiles del coche) bajo la que se aloja la rueda de repuesto, de tipo emergencia.
Respecto a motores, los nuevos Legacy recurren al acreditado "boxer" multiválvula de cilindros opuestos, en tres versiones, un 4 cilindros con dos cubicajes (2.0 de 140 CV, 15 más que antes, y 2.5 de 165 CV -antes 156-) y un 6 cilindros 3.0 (245 CV, el Legacy más potente hasta la fecha), todos disponibles en carrocería Sedán o SW. Además, la tracción total -con reductora, como en los todo terreno, en el caso del SW- es muy eficaz, recurriendo al experimentado sistema de reparto al 50 por 100 entre ambos ejes, con diferencial viscoso central que modifica este reparto cuando alguno de ellos pierde adherencia, un sistema ideal y desde luego, el más eficaz en tracción total. Las prestaciones son muy notables, con una velocidad máxima de 200 km/h en el 2.0 que sube a 214 km/h en el 2.5 y 237 nada menos en el 3.0R, este con cambio automático de serie de 5 relaciones, que no obsta para que su aceleración sume sólo 8,2 segundos de 0 a 100 km/h. La alimentación corre a cargo de una inyección electrónica multipunto secuencial, que junto a una elevada relación de compresión (10:1 y 10,7 en el 3.0R) son garantía de un brillante rendimiento térmico, y con él, de un contenido consumo (promedios combinados de sólo 7,6, 8,2 y 9,6 litros cada 100 km respectivamente para cada motor).
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